En
1949, hace ya 70 años, salió publicado por vez primera, bajo el sello de
Editorial Losada, El Aleph, libro emblemático del escritor argentino Jorge Luis
Borges (1899-1986).
Esa
primera edición constaba de 14 cuentos: “El inmortal”, “El muerto”, “Los teólogos”,
“Historia del guerrero y de la cautiva”, “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz
(1829-1874)”, “Emma Zunz”, “La casa de Asterión”, “La otra muerte”, “Deutsches
Requiem”, “La busca de Averroes”, “El Zahir”, “La escritura del dios”, “El
Aleph” y “La intrusa”.
En la
segunda edición (1952), y según apunta el mismo Borges en una posdata al
Epílogo de 1949, se añadieron cuatro cuentos: “Abenjacán el Bojarí, muerto en
su laberinto”, “Los dos reyes y los dos laberintos”, “La espera” y “El hombre
en el umbral”.
A siete
décadas de su aparición, esta obra fundamental de la literatura
hispanoamericana, y aun universal, sigue despertando el interés y la admiración
de los lectores. Pero, ¿por qué?
“Yo
creo que se trata, junto con Ficciones, publicado cinco años antes, del libro
más famoso y leído de Borges. Sobre todo es el libro que la crítica considera
más importante en el sentido de que en él se consolida una estética de lo que
podría llamarse la narrativa borgeana”, afirma Alejandra Giovanna Amatto Cuña,
profesora e investigadora de la licenciatura y el posgrado en Estudios
Latinoamericanos (área de Literatura Hispanoamericana) de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM.
Década
decisiva
La
década de los años 40 del siglo pasado fue decisiva para la narrativa borgeana.
En 1944 tomó vuelo con Ficciones y en 1949 alcanzó su punto máximo, la cumbre,
con El Aleph.
En
cuanto a Ficciones, salió a la luz en un momento en el que Borges y otros
escritores argentinos tenían la intención de romper con el paradigma realista
que imperaba entonces en la literatura hispanoamericana en general (no hay que
olvidar que en 1940, con Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, había publicado
la Antología de la literatura fantástica).
“Como
su título lo sugiere, Ficciones es una especie de juego con el lector, en el
que Borges le dice: ‘Mira, esto que te estoy mostrando son ficciones,
invenciones.’ Así, a partir de estrategias que van de lo fantástico a lo
policial, generó un quiebre con una tradición que se afincaba en el realismo”,
indica Amatto Cuña.
Por lo
que se refiere a El Aleph, muchos de sus cuentos se relacionan con lo
fantástico, pero también hay en ellos una sustancia de carácter filosófico,
teológico, universalista y erudito que Borges despliega magistralmente.
“Yo
diría que en El Aleph se percibe una maduración en los temas que
paradójicamente resalta su aspecto fantástico y les otorga, desde otro ángulo,
unos niveles de mayor densidad y profundidad que no se encuentran en
Ficciones”, añade la académica universitaria.
Obra de
arte
Casi
todos los cuentos de El Aleph se desarrollan en un ambiente realista en el que,
de pronto, se abren pequeñas grietas por donde se cuelan y surgen elementos
fantásticos que rompen con la lógica de la realidad.
“Hay
diferentes divisiones que se pueden hacer en el corpus de El Aleph. ‘El
inmortal’, por citar un caso, es un cuento que se mueve en las coordenadas de
la fantasía y la erudición borgeana, y que aborda un tema común: el deseo del
ser humano por conseguir la inmortalidad. Y cuando se da cuenta de que la
inmortalidad implica, de alguna manera, la no trascendencia, porque lo que nos
hace trascender en el mundo es la certeza de saber que somos mortales y tenemos
un tiempo limitado que nos debe servir para hacer cosas destacadas, el
personaje busca revertir el efecto de la inmortalidad. En este cuento, Borges
juega precisamente, dentro de la tradición de lo fantástico, con una
construcción realista en la que de repente irrumpe un suceso insólito que la
violentará. Pero en El Aleph también hallamos cuentos como ‘El muerto’, ‘Emma
Zunz’ y ‘Deutsches Requiem’, que se mueven en las coordenadas del realismo.”
Por
encima de los demás cuentos de esta colección se erige, esplendente, “El
Aleph”, uno de los más trascendentales de la literatura de todas las épocas. En
1945 se publicó por vez primera en la revista literaria Sur (fundada en 1931
por Victoria Ocampo); en 1949 formó parte del libro homónimo; y en 1961 fue
sometido, por Borges, a una revisión.
“El
hecho de que un cuento sea homónimo de un libro obedece a que el autor quiere
destacarlo porque considera que simboliza la esencia de los demás cuentos
comprendidos en dicho libro. Por supuesto, ‘El Aleph’ es el cuento que lo tiene
todo, entre otras cosas, la sátira del mundillo literario en la Argentina de la
segunda mitad de los 40, representado por el poeta Carlos Argentino Daneri, así
como de la socialité que se vinculaba con el mundo intelectual, representada
por Beatriz Viterbo; pero también un tema asombroso: el del Aleph, ese prodigioso
objeto que permite contemplar al mismo tiempo, desde todas las perspectivas
posibles, todos los objetos del universo. Sin duda es el cuento que condensa
todos y cada uno de los elementos que de aquí en adelante serán distintivos de
la literatura de Borges. Realmente es una obra de arte, un texto excepcional
que se seguirá leyendo y estudiando porque contiene una riqueza literaria
inagotable”, dice Amatto Cuña.
Lectura
fascinante
¿La
lectura de El Aleph puede complicarse para alguien que nunca se ha acercado a
la literatura de Borges? La académica de la UNAM responde: “Me gusta hacer la
distinción entre lo que es difícil y lo que es complejo. Yo creo que Borges no
es un autor difícil, sino complejo, y sí, en efecto: si uno le entrega a un
joven de secundaria un cuento como ‘El inmortal’, que hace referencias a la
Iliada y exige cierto nivel de erudición, y no hay un acompañamiento en su
lectura, no ganaremos un lector de la literatura borgeana... A pesar de todo,
‘El inmortal’ se puede leer sin haber leído la Iliada, aunque ciertamente se
disfrutará mucho más si se rastrean sus referencias. En cambio, otros cuentos
de El Aleph, en especial los de carácter realista, no presentan mayor
complejidad, lo cual no significa que sean menos buenos. Ahora bien, el libro,
en su totalidad, requiere una lectura atenta, incluso acompañada de un
diccionario. Y cuando se logra transitar por sus páginas, esta lectura atenta
se vuelve fascinante.”
Acusación
injusta
En su
literatura, Borges propone mundos que activan nuestra capacidad intelectual y
nos hacen repensar el mundo en que vivimos. No obstante, en varias ocasiones se
le acusó de ser un escritor alejado de los problemas sociales.
“Esta
acusación es muy injusta porque él pensó que la literatura también era un medio
para combatir la violencia, la discriminación, los autoritarismos, los
totalitarismos... ‘Deutsches Requiem’ es un ejemplo de eso. A Borges le
importaba mucho la literatura como un espacio de crítica y reflexión. Por eso,
los 70 años de El Aleph son una magnífica oportunidad para reencontrarnos con
este libro, pero asimismo con su idea de que la literatura puede volvernos más
críticos, reflexivos y sensibles”, finaliza Amatto Cuña.
El Universal
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