Durante
muchos años los herederos no dieron a conocer las cartas familiares de Carlos
Marx. Una parte de ellas aparecieron varios decenios después de su muerte, y
muchas otras únicamente en los últimos años. Estas cartas arrojan nueva luz no
sólo sobre las relaciones de Marx y su esposa Jenny, sino también sobre la
actitud que tenía el gran pensador hacía el amor, la familia y el matrimonio
En
su famosa confesión, al contestar cuál
era su aforismo preferido, Marx adujo las palabras de Terencio: << Nada
de lo que es humano me es extraño>>.
Eleonora,
hija menor de Carlos Marx, escribía sobre su padre: <<No hay leyenda más
graciosa que la pinta a Marx como la persona dura, sombría e intratable…
Semejante retrato del hombre más vivo y jovial de cuantos he conocido, con un
derroche de humor y alegría de vivir rebosante, con una sonrisa contagiosa e
irresistible; del más amable, delicado y sensible de los camaradas, siempre ha
asombrado y entretenido mucho a todos los que lo conocían>>.
Era
un hombre en todo y, por eso, en su doctrina no eludió ningún problema de la
vida humana, incluido el problema del amor.
En
su trabajo más temprano, manuscrito de
1844, el joven Marx escribía: <<si amas sin provocar amor reciproco,
es decir, si tu amor, en cuanto amor, no provoca el amor reciproco, si por tu manifestación vital como hombre amante no te
transformas en hombre amado, tu amor
es impotente y eso es una desgracia>>.
El sentido de estas líneas es muy
simple: el amor debe ser reciproco. Así
debe ser, pero en una sociedad donde reina la propiedad privada las relaciones
entre la gente quedan, con frecuencia, alteradas. Marx muestra cómo las
propiedades del dinero se convierten en propiedades del propio hombre: <<soy feo, pero puedo comprarme la más
hermosa mujer. Por tanto, no soy feo, porque el efecto de la fealdad, su fuerza
repugnante, queda anulada por el dinero>>. <<transforma la
fidelidad en infidelidad, el amor en odio, el odio en amor, la virtud en vicio,
el vicio en virtud, el criado en amor, el amo en criado, el cretinismo en
inteligencia, la inteligencia en cretinismo>>. << El dinero es la fraternización
de las imposibilidades. Obliga a que se abrace lo que se contradice>>.
Al mundo del capital y del afán de
lucro, Marx le opone el futuro, una sociedad verdaderamente humana; a las
relaciones pervertidas entre la gente, las relaciones auténticamente humanas.
<< Si supones al hombre en cuanto hombre –escribía– y su relación con el mundo
como una relación humana, sólo puedes cambiar amor por amor, confianza por
confianza, etc. >> Sólo de existir una premisa así, opina Marx, sólo en
una sociedad verdaderamente humana, la reciprocidad será la forma normal en que
se manifieste el amor.
Hace 70 años, Eleonora Marx dio a
conocer algunas líneas de una carta no publicada de su padre, con las
siguientes palabras de introducción:
<<Durante toda la vida Marx no
sólo amo a su mujer, sino que estuvo enamorado de ella. Tengo delante de mí una
apasionada carta de amor, que aparece escrita por un joven Marx de 18 años;
Marx la escribió en 1856, después de que Jenny le hubiera seis hijos. En 1863
Marx escribía desde Tréveris, a donde le había llevado la muerte de su madre:
<<Cada día que voy a rendir tributo a la vieja casa de los westphalen (en
la calle de Roma), que me atrae más que todas las antigüedades romanas, pues me
hace recordar los felices días de mi juventud. Aquí en otros tiempos, estaba mi
tesoro más preciado. Además cada día y en todas partes me preguntan que dónde
está <<la más bella mujer de Tréveris>>, << la reina de los
bailes>>. Es muy grato para un hombre saber que su mujer continua
viviendo en la imaginación de toda una sociedad como una princesa
encantada>>.
Al dar a conocer estas líneas de la
carta de 1863, Eleonora no publicó ni una sola frase de la otra carta escrita en
1856, la misma que, según ella, es tan apasionada <<que parece escrita
por un joven de 18 años>>. Durante
más de cien años, esta carta se conservó en la familia de Marx y sus descendientes,
sin que ni siquiera los estudiosos pudieran tener acceso a ella. Apareció en la
prensa solamente en 1962. He aquí fragmentos de esta carta:
<<Amor mío:
…En cuanto nos separa un espacio, me
convenzo en seguida de que el tiempo para mi amor como el sol y la lluvia para
una planta: lo hace crecer. Apenas te alejas, mi amor por ti se me presenta tal
como es en realidad: gigantesco; en él se concentran toda mi energía espiritual
y toda la fuerza de mis sentidos… Sonreirás, mi amor, y te preguntarás que por
qué he caído en la retórica. Pero si yo
pudiera apretar contra mi corazón el tuyo, puro y delicado, guardaría silencio
y no dejaría escapar ni una sola palabra. Sin tener posibilidad de besarte,
estoy obligado a recurrir a las palabras para transmitirte con su ayuda mis
besos…
<<Indudablemente, en el mundo
hay muchas mujeres, y algunas de ellas son hermosas. Pero, ¿dónde podré
encontrar otra cara en la que todo –cada facción e, incluso, cada arruga–
despierte en mi los más fuertes y felices recuerdos de mi vida?..>>
Como se sabe, el amor de Mar y Jenny
Von Westphalen surgió y se desarrolló en condiciones que distaban mucho de ser
ideales. Tuvieron que prometerse secretamente y luchar después con tesón,
durante 7 largos años, por el derecho de contraer matrimonio. En aquel
entonces, él era estudiante de una familia no rica y no noble, con perspectivas
muy poco claras, aunque tenía un vehemente deseo de trabajar en aras de la
humanidad. Ella, en cambio, procedía de una rica familia aristocrática. Poco
antes de contraer, por fin, matrimonio, Marx escribía a uno de sus amigos:
<<puedo asegurarle a Ud., sin un asomo de romanticismo, que estoy
enamorado, y de forma seria. Llevamos más de 7 años de prometidos, y mi novia
tuvo que sostener por la culpa mía una lucha encarnizada con sus parientes que
casi arruinó su salud…>>
Su vida común no empezó fácilmente,
y les esperaban años y años de persecuciones, destierro y miseria. Tuvieron
siete hijos, pero cuatro de ellos murieron en una pobreza casi proletaria. La
sociedad burguesa, donde vivían y luchaban, se vengaba como podía. No obstante.
Nada pudo ensombrecer su amor. He aquí lo que escribió Leonora sobre los últimos
días de su madre, recordado el otoño de 1881, cuando Marx y Jenny estuvieron
enfermos gravemente: <<Fue un tiempo terrible. En la habitación grande
esta nuestra mamá, y al lado en la pequeña, se hallaba el <<Moro>>*…
El <<Moro>> logró vencer una vez más la enfermedad. Nunca olvidaré
aquella mañana cuando él se sintió lo bastante recuperado para pasar a la habitación
de mamá. Al verse juntos rejuvenecieron, parecían más bien mozos enamorados que
entran en la vida que un anciano semidoblegado por la enfermedad y una vieja
mujer moribunda que se despedían para siempre>>.
Después de la
muerte de Carlos Marx, su correligionario y amigo más íntimo, Federico Engels, encontró
entre los manuscritos un resumen del libro de L.H. Morgan La sociedad antigua, con numerosos apuntes hechos por Marx. Basándose
en ellos, Engels escribió literalmente en dos meses su magnífica obra El origen de la familia, la propiedad y el
estado, en el que consideraba <<en cierto sentido la ejecución de un
testamento>>. Al tratar el problema del origen y la evolución de la
familia, Engels desarrolla las ideas que tenía Marx sobre el amor. Detengámonos
en las más importantes,
Como todo fenómeno social, el amor
sexual individual, afirma Engels no existió desde siempre; es un producto del
desarrollo histórico y surgió no hace mucho relativamente. Engels da una definición
del amor y nombra sus indicios más sustanciales.
Hela aquí en forma abreviada:
<<Nuestro amor sexual difiere esencialmente del simple deseo sexual… En
primer término, supone la reciprocidad en el ser amado… En segundo término el
amor sexual alcanza un grado de intensidad de duración que hace considerar a
las dos partes la falta de relaciones íntimas y la separación como una gran
desventura, si no la mayor de todas… Y, por último, nace un nuevo criterio
moral para juzgar las relaciones sexuales. No se pregunta solamente: ¿son legítimas
o ilegitimas?, sino también ¿son hijas del amor y de un afecto recíproco?>>
Engels prevé que en la sociedad del
futuro el amor será único y auténtico fundamento del matrimonio y que, a la
hora de elegir esposo, no habrá otro motivo que no sea la inclinación recíproca.
De Ahí se desprende: <<si el matrimonio fundado en el amor es el único
moral, solo puede ser moral el matrimonio donde el amor persiste. Pero la
duración del acceso del amor sexual es muy variable según los individuos,
particularmente entre los hombres; en virtud de ello, cuando el afecto desaparezca
o sea remplazado por un nuevo amor apasionado, el divorcio será un beneficio lo
mismo para ambas partes que para la sociedad. Sólo que deberá ahorrarse a la
gente el tener que pasar por un barrizal inútil de un pleito de
divorcio>>.
Cuando únicamente el amor sea el
fundamento del matrimonio, este será monógamo: <<dado que, por su propia
naturaleza, el amor sexual es exclusivista…el matrimonio fundado en el amor
sexual es, por su propia naturaleza monógamo>>. Después Engels formula
una conclusión general: << Así pues lo que podemos conjeturar hoy acerca
de la regularización de las relaciones sexuales después de la inminente supresión
de la producción capitalista es, más que nada, de un orden negativo, y queda
limitado, principalmente a lo que debe desaparecer. Pero, ¿qué sobrevendrá? Eso
se verá cuando haya crecido una nueva generación: una generación de hombres que
nunca se hayan encontrado en el caso de comprar a costa de dinero, ni con ayuda
de ninguna otra fuerza social, el abandono de una mujer; y una generación de
mujeres que nunca se hayan visto en el caso de entregarse a un hombre en virtud
de otras consideraciones que las de un amor real, ni rehusar entregarse a un
amante por miedo a las consecuencias económicas que ella puede traerles. Y
cuando esas generaciones aparezcan, enviarán al cuerno todo lo que nosotros
pensamos que deberían hacer. Se dictarán a sí mismos su propia conducta, y, en
consonancia, crearán una opinión pública para juzgar la conducta de cada uno…>>.
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*Así llamaban a Marx en la familia
Fuente: Agencia de Prensa Nóvosti. (1980). Carlos Marx y Federico Engels sobre
el amor. Sputnik, 22-27
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