Alonso Cueto en el 2007 fue finalista del
Premio Iberoamericano Planeta – Casa de América Narrativa, con El susurro de la
mujer ballena.
Al
abrir la novela, inmediatamente nos arrastra como una fuerte ola a sus
adentros, a un mar de letras; nos invita a descubrir esos ignotos parajes literarios
que siempre hay en la buena literatura. Nos sumerge en una historia llena de
intriga.
Verónica,
es Periodista en un importante diario donde trabaja en la sección internacional,
es madre de un hijo al que quiere mucho, tiene un esposo, un matrimonio
estable, un amante al que siempre busca con fines sexuales. En fin, es una
mujer próspera.
Rebeca
del Pozo, la mujer ballena, su obesidad carga desde cuando estaba en el
colegio, es una mujer empresaria, rica porque le dejaron una millonaria herencia, pero, solitaria que en ciertas ocasiones
despotrica de los hombres, con un pasado doloroso que lo atormenta y constantemente
busca un(a) culpable.
La
historia de estas mujeres inicia en un avión en el que regresaba Verónica de
Colombia después de cumplir sus labores como periodista. Rebeca, apareció de
pronto en el asiento contiguo. Lo reconoce inmediatamente y desde ese día, vuelve a su vida esa mujer que otrora era una especie de amiga secreta con la
que compartían libros, experiencias, se visitaban mutuamente a sus casas,
escuchaban música juntas y todas las cosas que se podían hacer dos
adolescentes. Era una amistad clandestina, sus compañeros no lo sabían.
Ya en
el Perú, Del Pozo, como les dije líneas arriba, regresa a la vida de la
Periodista pero no como tal vez hubiera sido una llegada en la que dos viejas
amigas se juntan, beben, celebran… nada de eso, por el contrario, empieza a asecharlo:
llama al trabajo, escribe en el mismo periódico en el que trabaja Verónica,
vive en el mismo edificio que el amante, conoce a su hijo. Lo acosa
constantemente. Se vuelve irascible para la vida de Verónica, lo atormenta, lo
acusa de ser la culpable de su miserable existencia, la increpa las cosas que
pasaron en el colegio, las cosas feas que lo pasaron: constantemente se
burlaban de su físico, de su forma de vestir y Verónica nunca la defendió a
pesar de que eran amigas (secretas). Toda esas cosas la hace recordar.
Los
días pasan y Rebeca se aleja un poco de la vida de Verónica, claro se aleja físicamente,
pero siempre con el pensamiento clavado en la periodista. En eso días prepara
la estocada final, no es suficiente con asediarla. Verónica es una mujer que
siempre está enfocada en su trabajo, cuando tiene libre se va a la cama del
amante; pero, ya sentía miedo, estaba como paranoica.
En los quehaceres propios del trabajo, la
Periodista, mientras presentaba un libro sobre economía, la mujer ballena se levanta
de su asiento, se acerca sigilosamente cual felino a su presa y le da un
apasionado beso, enseguida, clava violentamente su dentadura en la garganta. Cae
herida a la alfombra. En el camino a un nosocomio, recuerda un episodio que se
resistía a recordar durante todo el tiempo desde que se cruzó con Del Pozo: era
la fiesta de promoción. Esa fiesta que alguna vez esperamos con ansias y toda
nuestra secundaria lo reducíamos a un solo día: la promo.
Un chico llegado de otro colegio, invitó a Rebeca al
baile de promoción, pero era solo por diversión puesto que la pareja con la que
iba a pasar era con su enamorada, por supuesto. La enamorada era Verónica.
Rebeca no lo supo hasta el día de la promoción cuando el que la había invitado
lo recogió en su carro y lo llevó no con destino a la promoción, sino a una
playa y ahí le dijo la verdad mientras subía en su carro y se regresaba a la
fiesta. Rebeca de todas maneras llega a la fiesta en la que fue objeto de mofa
por todos. Una profesora, abogó por ella.
Verónica la perdonó a pesar de que estuvo a punto de
matarla, pero, es otra historia.
Por: Benito Castro
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