Entrevista con Alfredo Pita con motivo de la
publicación de su novela Ayacucho, que habla de la guerra bárbara entre las
fuerzas armadas peruanas y los maoístas de Sendero Luminoso durante los años
80.
Por Élise Lépine
E.L. Su novela, muy documentada, produce en el lector
el efecto de un relato de fantasmas
A.P. Esta sensación no es sorprendente. Para los
habitantes de Lima, en los años 80, esta guerra, que afectaba sobre todo a los
campesinos, tenía algo de irreal. La región de Ayacucho, lugar donde se
desarrollaba, se percibía como lejana por varias razones, culturales,
geográficas, humanas, etc. Durante la guerra, el clima era muy extraño. En esa
época, cuando trabajé como enviado especial en la región, veía todos los días
cadáveres, pero no sabíamos nada de las masacres perpetradas en las montañas.
Nos enterábamos de eso más tarde cuando testigos sobrevivientes tomaban
contacto con la prensa. Con frecuencia, los campesinos asesinados no habían
sido ni siquiera inscritos en el Registro Civil cuando nacieron. Morían sin
haber existido…
E.L. Usted escribe que la guerra civil que enfrentó a
Sendero Luminoso fue la expresión de una oposición entre ricos y pobres en el
Perú. ¿Eso sigue siendo actual?
A.P. El Perú es un país extremadamente violento desde
la conquista española que instauró un sistema inicuo. La opresión de la
población peruana está tan fijada en la realidad que se ha vuelto natural. La
guerra contra Sendero Luminoso se terminó en 1995, pero la violencia sigue
presente. Hoy en día se ejerce en las minas de oro. Han sido descubiertos
yacimientos en el Norte, cerca de la selva. Por pocos gramos de oro, hacen
explotar las montañas, pulverizan toneladas de rocas, drenan y contaminan toda
el agua de la región. Los pobladores beben esa agua y se enferman. A mí me
consta, he visto jóvenes enfermos. La naturaleza está siendo destruida, lo
mismo que los cultivos de los campesinos y el hábitat de las poblaciones
locales. En términos de contaminación y de devastación del medio ambiente,
hemos llegado al punto de no retorno. Esta hecatombe inconmensurable es legal y
está protegida por el gobierno.
E.L. ¿Por qué el pueblo no se rebela?
A.P. El Perú vive bajo una dictadura disfrazada de
democracia. Fíjese en lo que ocurrió con Sendero Luminoso: en los años 80, un
puñado de hijos de campesinos educados fueron seducidos por el maoísmo y
decidieron inculcarlo a los campesinos para lanzar un movimiento
revolucionario. Como reacción, las fuerzas armadas diezmaron a los campesinos.
Entre las víctimas, 70000 muertos y 15000 desaparecidos, se podría contar unos
500 militantes. Este terror, sin duda, ha sido capaz de desmoralizar a los
revolucionarios. Por otro lado, el Perú siempre fue uno de los principales suministradores
de riquezas para los occidentales. El oro, los esclavos, las materias primas,
son adquiridos del modo que sea y sin que importen las consecuencias. Luego que
se fueron los españoles, su lugar en el saqueo del país lo ocuparon los
franceses y los ingleses. Actualmente son los estadounidenses los que
participan en el extractivismo minero y los que protegen sus redes. A pesar de
todo ello, no se debe pensar que en el Perú no hay nadie que proteste. Hay
numerosas voces, incluida la mía, que se elevan para defender al país e
intentar salvarlo. Hay que escucharlas.
Traducción de Luis Dapelo.
Se le olvido decir que los "hijos de esos campesinos educados" buscaron adrede la respuesta del estado y fueron una banda de salvajes fanatios de los libros de Marx al mismo estilo de los Yihadistas actuales, una forma de "revolución" importada.
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