En 2016, la Academia
sueca otorgó el premio Nobel de Literatura a Bob Dylan. Cuando la noticia se
hizo pública, buena parte del mundo cultural puso el grito en el cielo por
considerar que esa faceta literaria no era una labor suficientemente valiosa
para recibir semejante galardón. Lo que olvidaban esos críticos era que, dos
años antes, el ganador de ese premio en esa misma categoría también escribía
canciones. Se trataba de Patrick Modiano.
Alumno y amigo de
Raymond Queneau, a mediados de los años sesenta Patrick Modiano había dejado
los estudios y estaba intentando hacer algo de provecho en la vida, consciente
de que “con 23 años no podía pasarme el día sentado en un café”. Lo cierto es
que Modiano pasaba poco tiempo en el café, al menos por el día. Durante su
juventud, las noches del escritor eran largas y, si alguna mañana estaba en un
café, posiblemente era porque todavía no se había acostado. En esas largas
madrugadas, Modiano coincidió con personalidades de la época, como Jacques
Dutronc, Serge Gainsbourg, Paco Rabanne y, muy especialmente, Françoise Hardy.
Cuando se conocieron,
lo primero que le llamó la atención a la cantante de Tous Les Garcons Et Les
Filles fue que Patrick Modiano tenía “una personalidad fuera de lo común”.
Además “era familiar de Emmanuel Berl con quien hizo el libro Emmanuel Berl,
interrogatoire. De hecho, Berl me encargó que, cuando lo viera, me asegurara de
que Patrick comiera, lo que obviamente no sucedía regularmente debido, no solo
a su falta de recursos, sino también a su despiste”, recordaba la artista al
diario Le Figaro en 2015.
Gracias a esta buena relación, y en paralelo a su labor como
escritor de novelas, Modiano comenzó a hacer letras para Françoise Hardy. “Fue
por azar, tenía un amigo que trabajaba en una discográfica y en los años
sesenta escribí mucho para ella, también para otros cantantes”, recordaba
Modiano al periodista de La Vanguardia Xavi Ayén. Entre esas composiciones
estaban Etonnez-moi, Benoît!, que a la cantante francesa le pareció “muy
divertida” y que incluyó en su LP Comment te dire adieu con gran éxito. A esa
canción le seguirían Je Fais Des Puzzles, incluida en Soleil de 1970, A
cloche-pied sur la grande muraille de Chine o San Salvador, del disco que Hardy
publicó en el sello brasileño Som Livre.
En contra de lo que muchos pudieran pensar, para Modiano la
tarea de letrista no era una obra menor. Según ha declarado el escritor
francés, “mi idea de literatura es cercana a la música, me gustaría haber
escrito algo como Les feuilles mortes de Jacques Prevert, que cantó Yves
Montand y fue un hit. La música es el arte superior”. No obstante, el temprano
éxito de sus novelas le apartó de ese camino. Su primer libro, La plaza de la
estrella, publicado en 1968, obtuvo los premios Roger-Nimier y Fénéon. La Ronda
nocturna, de 1969, fue finalista del premio Goncourt y el tercero, Los paseos
de la circunvalación (1972), recibió el Gran Premio de Novela de la Academia
Francesa.
Desde entonces, Modiano no ha escrito más canciones, o al
menos no han sido grabadas. Lo que sí ha seguido manteniendo es el contacto y
la amistad con Françoise Hardy, a la que, a medida que iban siendo publicadas,
ha enviado cada una de sus novelas “con dedicatorias muy graciosas”, según
ella. De hecho, se puede decir que la artista es una buena conocedora de la
obra del escritor francés. “Me cautivó tanto por su estilo único como por su
original universo. Estas dos características rara vez se encuentran en los
grandes escritores. Cada una de sus novelas parece estar en continuidad con la
anterior y me resulta difícil diferenciarlas. Me encantan todos sus libros,
pero tengo especial predilección por Calle de las tiendas oscuras. Lo leí por
lo menos tres veces y la última frase siempre me hace llorar”.
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