Hoy que vine de ti,
sostenido a tu sombra, he mirado la noche. He mirado las nubes en la noche como
lágrimas alrededor de la luna clara; los árboles oscuros, las estrellas
blancas.
Hoy he visto como por todas
partes la noche era muy alta.
Y me detuve a mirarla
como se detiene el que descansa.
Clara:
Hoy se murió el amor
por un instante y creí que yo también agonizaba.
Fue a la hora en que
diste con tus manos aquel golpe en la mitad de mi alma.
Y que dijiste: tres
años, como si fuera tan larga la esperanza.
Hoy caminé despacio
pensando en tus palabras.
Oyendo los ruidos del
pájaro que duerme y los ruidos del ansia.
Del ansia que nos
mancha la congoja de no poder ser omnipotentes para labrar una piedad dentro de
otra alma.
Con todo, tres años no
son nada. No son nada para los muertos, ni para los que han asesinado lo que
aman.
Tres años son, Clara,
como querer cortar con nuestras manos un hilito de agua.
Y en esperar que pasen
los tres años, el tiempo nunca pasa.
Clara:
Hoy que vine de ti,
sostenido a tu sombra, me puse a mirar mi soledad y la encontré más sola.
Guad, Oct. de 1944
Juan Rulfo
Que bonito fragmento, honestamente no conocia mucho de la vida de Rulfo, solo disfrutaba de su escritura, ahora que me encuentro enamorado resulta que encuentro en estos recien descubiertos fragmentos un reflejo de mis propios temores y pensamientos, gracias por compartir.
ResponderEliminar