Por:
Juan Rulfo
Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía
Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos
la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque
toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó
de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder
aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue
estarnos arrimados debajo del tejabán, viendo cómo el agua fría que caía del
cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.