De acuerdo con el existencialismo comprometido de Jean Paul
Sartre el hombre es definido por la acción. Para Sartre el hombre es libertad.
Aquí la libertad se refiere a la capacidad de elegir concientemente. El ser
humano está condenado a ser libre, porque desde que posee conciencia está
obligado siempre hacer elecciones, incluso cuando elige «no elegir» está
tomando una opción. La vida consistiría entonces en un «elegir» constante; cada
elección conlleva a un compromiso y a una acción. Consecuentemente, cada acción
implica una responsabilidad. En este sentido, el hombre es el único responsable
de sus acciones.
Cuando el hombre elige, elige por los demás. Cada elección,
por lo personal que sea o lo insignificante que parezca, tiene repercusiones en
la vida de otros. El simple hecho de no ir al trabajo, por ejemplo, podría
tener una consecuencia importante en la vida de aquellos que se benefician de
nuestra labor. Es por ello por lo que el ser humano no es solo responsable de
sí mismo, sino también de los demás. Así, tal como señala el filósofo francés:
«nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque compromete a toda la humanidad».
Sartre también nos dice que el hombre es angustia. En palabra
del filósofo francés, esto significa que el hombre que se compromete y que se
da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que
al mismo tiempo que a sí mismo elige a toda la humanidad, no podría escapar al
sentimiento de su total y profunda responsabilidad. Aquel que posee una
responsabilidad siente angustia. A mayor responsabilidad, mayor es la angustia
que se padece. Las personas con altos cargos, como los presidentes y jefes
militares, son un ejemplo de ello. Como nos dice Sartre, esto no les impide
actuar: al contrario, es la condición misma de su acción. Dicha angustia “no es
una cortina que nos separa de la acción, sino que forma parte de la acción
misma.
Pero no todos encaran la angustia. Algunos la enmascaran,
actuando de «mala fe», es decir, mintiéndose a sí mismo y a los demás, buscando
excusas para no asumir la responsabilidad de sus elecciones. De acuerdo con
Sartre, aquel que actúa de mala fe no está bien con su conciencia. Algunos
dirían que los que más recurren a ello son las autoridades, pero podemos
encontrar un ejemplo en el otro lado de la moneda: los civiles. Cuando un
ciudadano culpa al gobierno de turno por los problemas sociales está actuando
de mala fe, puesto que también es responsable de lo que sucede en su país,
además ha elegido a tal autoridad, incluso el hecho de no haber votado no lo
exime de responsabilidad, pues «al no elegir» también está contribuyendo.
La piedra de Sísifo
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