George Orwell, autor de "1984" y
"Animal farm", encontró en la escritura una manera de relacionarse
con el mundo del cual se sentía aislado, inventando personajes y situaciones en
las que él era el protagonista.
En 1946, George Orwell, reconocido autor inglés del
siglo XX, publicó el ensayo Yo por qué escribo (Why I Write), una crónica que
empieza como autorreflexión y termina como análisis de la índole de la
escritura universal. En este, Orwell trata de responder la absurda pregunta:
¿Qué es lo que motiva a algunos a pasar la vida en un limbo entre la realidad y
los símbolos?
Orwell escribe en el estilo propio a él, autodeclarado
“meticulosamente descriptivo”, al narrar la historia de aquel que una vez fue
Eric Blair, un niño inglés que se sentía oprimido por ser el introvertido hijo
del medio. Eric Blair es el nombre con el que bautizaron al mismo Orwell, quien
durante la mayoría de su carrera profesional escribió bajo un seudónimo. Es el
nombre George Orwell el que creó un legado como autor y pensador crítico, el
cual estableció con su amplio trabajo periodístico, sus ensayos, y sobre todo
con sus novelas célebres, 1984 y Animal Farm, obras literarias notoriamente
cargadas de amplia crítica social en contra de los estados totalitarios.
A pesar de esta reputación como activista político, al
leer Yo por qué escribo el lector descubre que fueron esos primeros momentos de
aislamiento social los que le originaron el auténtico impulso de escribir. Como
muchos niños callados, Orwell pasaba la mayoría de su tiempo solo, le
interesaban poco los deportes, y le costaba relacionarse con sus compañeros. Su
compañía preferida eran las palabras, que le servían de refugio. Dependía de
contarse historias y crear amigos imaginarios para entretenerse, el tipo de
creatividad que nace de la necesidad de afrontar una realidad donde se
encuentra poca conexión humana. En casa lo recibían sus padres y una amplia
colección de autores anglófonos. A los cuatro o cinco años le pidió a su madre
que le dejara dictar su primer poema, acerca de un tigre con “dientes como
sillas”, el cual admite que probablemente fue plagio del poema “Tigre, Tigre”
de Blake. A esto le siguieron intentos de escribir poesía Georgiana y obras de
teatro imitando el estilo de Aristófanes.
Por mucho tiempo se enfocó en estos intentos de
escritura “seria”. Sin embargo, estos fueron paralelos a una vasta historia que
venía contando casi inconscientemente: la de su propia vida. Hasta los
veinticinco años se narraba a sí mismo sus acciones en un estilo parecido al de
los autores que estuviera leyendo en el momento, como si estuviera tratando de
asegurar su puesto en la gran tradición de los escritores autobiográficos. El
relato consumía gran parte de sus pensamientos, absorbiendo hasta los más
rutinarios detalles dentro de una prosa infinita. Lo que hubiera sido una
situación meramente cotidiana la traducía a “abrió la puerta de un empujón y
entró al cuarto. Un rayo de sol amarillo, filtrándose por entre las cortinas de
muselina, se inclinaba sobre la mesa, donde una caja de fósforos, a medio
abrir, estaba puesta al lado del tintero”, cuenta en el ensayo. Este ejercicio,
junto al descubrimiento de “la alegría de las palabras en sí”, catalizado por
leer Milton, le despertaron un interés por el género novelístico.
Al analizar estas primeras experiencias, Orwell extrae
cuatro razones por las cuales él escribe, y que afirma son el origen de la
escritura universal. Según él, todo escritor oscila entre ellas en diferentes
puntos de su carrera. Estas son:
Simple egoísmo: Como todo ser humano, el escritor
anhela ser reconocido. Quiere sentirse ingenioso, y escribir es un vehículo
para perseguir esta ambición.
Entusiasmo estético: Al encontrarse con la belleza del
mundo, el escritor desea transcribirla de manera que los sonidos, el ritmo, y
la organización de las palabras reflejen dicha belleza.
Impulso histórico: El escritor siente el deber de
encontrar la verdad dentro de las circunstancias en las que se encuentra y
conservarla para el futuro.
Propósito político: Las historias nacen de un deseo
del escritor de cambiar la manera en la que el público entiende la sociedad en
la que vive. Afirma que todo arte es político, y que la opinión de que debería
ser apolítico en sí hace parte de una posición política.
Tras reflexionar sobre su infancia, Orwell establece
su concepción de la escritura como una síntesis del entendimiento personal y la
crítica política y social. Desde temprana edad esta fue principalmente un
método de autoentendimiento, una manera de hacer paz con su propia conciencia,
un lente por entre el cual podía entender su propia vida como una obra de arte.
Al comenzar su carrera profesional, Orwell veía su trabajo como una extensión
de su vida, tanto que mientras él cultivaba afinidades a movimientos políticos
comenzó a incorporar dentro de sus escritos las meditaciones que estos le
provocaban sobre la naturaleza del poder. Durante un tiempo fue policía
imperial de la India de 1922 a 1927, sobre el cual escribió una novela, Los
días de Birmania, y varios ensayos. A esto le siguió su tiempo como combatiente
Republicano en la guerra civil española y su trabajo como reportero para la BBC
durante la segunda guerra mundial, entre otros. Su recorrido dentro y fuera de
las instituciones gubernamentales, siempre tintados por el ambiente político de
la época, le sirvieron como material para continuar sus relatos y sus
interpretaciones de la realidad. Además, estaba expuesto a la constante amenaza
de los regímenes totalitarios tales como los había visto surgir por Europa y la
Unión Soviética, los cuales sobrevivían de suprimir la libertad de pensamiento
y de expresión. Es así como las detalladas historias de su vida escolar se
transformaron en las obras con indelebles mensajes de filosofía política por
las que lo conocemos hoy.
Para Orwell, la escritura es el nexo entre la soledad
de la experiencia personal y el deber político, lo cual le da al escritor un
papel crítico dentro de la sociedad. Todo escritor comienza cuando le nace una
inconformidad con la realidad en el vive. Lo que comenzó como un ejercicio
completamente personal y sin ánimo de lucro se convirtió en una profesión y un
mecanismo para el cambio social. La creencia de que estas dos intenciones están
siempre ligadas y presentes en la mente del escritor nace, como él mismo lo
dice, de sus primeros experimentos narrativos como un niño aislado en escuela,
quien mediante sus pensamientos buscaba embellecer la historia que lo
atormentaba. El ensayo nos pide desentender la compartimentalización de la
escritura entre “seria” y personal, lo cual se refleja en su prosa, que es
tanto un ejercicio estético como un vehículo para empujar al lector a reconocer
el valor de la libertad de pensamiento y de conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por dedicarle tu tiempo a mi blog! Espero que la entrada te haya gustado y no dudes en dejar tu opinión en un comentario ♥ (Por favor no dejes spam)