Por Nancy Giampaolo
Como
muchos debates propuestos por el movimiento de género -protagonista indiscutido
de los medios de comunicación y las redes sociales- el del lenguaje inclusivo
también se dirime en el terreno de las palabras. Popularmente, se instaló una
idea que pocos discuten con argumentos fundados: si cambio mi manera de hablar,
cambio mis conductas. Vale la pena revisar, de la mano de datos comprobables,
la veracidad de este supuesto, destinado a afianzar una nueva forma de
corrección política que, a veces, permuta comprobación empírica por pensamiento
conspirativo, diluyendo, justamente, la vocación inclusiva que proclama.