Entrevista a SVETLANA ALEXIÉVICH, premio nobel de
literatura.
Pregunta. ¿Cómo ve Rusia en un futuro cercano?
Respuesta. Es imposible predecirlo. No sabemos qué se
está cociendo en la caldera rusa. Puede que salga algo parecido al fascismo o
puede haber un estancamiento. A menudo no se tiene en cuenta el factor
paciencia. En Rusia la gente lleva tantos años sufriendo, tiene tanto aguante,
que podemos estar así años. Pero estamos reviviendo la filosofía de una
fortaleza asediada, rodeada de enemigos, de histeria militarista de tiempos
pasados. Todos los días nos enseñan en televisión las adquisiciones de material
militar: un nuevo buque de guerra, un nuevo avión, un nuevo tanque… Hay una
propaganda muy agresiva en contra de EE UU, de Europa, de Ucrania. Hay una
espiomanía que resurge. Es una locura. Se persigue a los homosexuales, y la
Iglesia ortodoxa se ha vuelto más agresiva y no para de prohibir obras de
teatro, libros… Ni la propaganda soviética era tan descarada como la de ahora.
P. Los rusos son más libres que antes, al menos desde
el punto de vista material, según insiste el Gobierno de Putin. Usted habla de esa
libertad como una cierta forma de espejismo.
R. Es que es muy relativa. Por ejemplo, se sabe que el
7% de la población acapara la riqueza del país. La gran mayoría vive con lo
mínimo. ¿De qué libertad podemos hablar, por otro lado, con casos como el de
Mijaíl Jodorkovski, que de la noche a la mañana pasó de ser millonario a preso?
Después de 10 años en la cárcel, todavía no saben qué delitos imputarle.
P. Ha dicho que las ideas comunistas van a volver a
Rusia. ¿Qué significa eso?
R. Muchos jóvenes rusos leen a Trotski, Marx y Engels.
Ven a Stalin como una figura a imitar y se abren museos en su recuerdo. Está de
moda. Detrás de esto subyace el hecho de que hay mucha gente que se siente
derrotada e idealiza el pasado. Quieren que se mantenga la libertad de poder
viajar por el mundo y que las tiendas estén llenas de productos. Pero, al mismo
tiempo, quieren que haya un socialismo igualitario.
P. Todos los intentos de comunismo han fracasado.
R. Es cierto. China, Camboya…, en todos hubo
derramamiento de sangre. Creo que es porque fueron muy prematuros.
P. Entonces, ¿cree que es posible intentar acercarse a
un socialismo utópico si la sociedad está preparada?
R. Lo creo. Pero sería un socialismo más cercano al
que ya disfrutan sociedades próximas como Francia, Alemania y Suecia. Creo que
será un desarrollo paulatino, cuando se perfeccione la idea de una sociedad
civil. Estoy convencida de que el futuro en Rusia pasa por la idea socialista,
pero no podemos saber exactamente cuándo llegará.
P. ¿Qué hay que olvidar para salir adelante?
R. En Rusia se echa en falta una reflexión sobre el
estalinismo, como sucedió en Alemania con el fascismo. Esto solo lo han hecho
un pequeño grupo de intelectuales rusos. Mira lo que ha sucedido en Perm, una
ciudad del norte del país. Existía allí un museo a las víctimas de las
represiones estalinistas. Cuando Putin llegó al poder, echaron a la dirección
del museo y pusieron a otras personas. Ahora es un museo en memoria de los
trabajadores del gulag. Ya no es un museo de los que estuvieron encarcelados,
sino de los carceleros. Otro ejemplo: han aprobado una ley que autoriza la
persecución penal de personas que cuestionen la victoria de la Unión Soviética
en la II Guerra Mundial. Estoy convencida de que las mujeres que hablaron
conmigo para el libro La guerra tiene rostro de mujer se habrían negado a
hacerlo ahora.
P. Usted suele referirse a los tiempos turbulentos que
atravesamos no solo en Rusia, sino en todo el mundo, por el terrorismo, las
guerras, el problema de la inmigración, la economía y los desastres ecológicos.
¿Qué papel deberían tener los intelectuales?
R. Desgraciadamente las ideas juegan ahora un papel
menos importante en nuestras sociedades. Lo que se impone es la parte material,
y lo lamento mucho. Necesitamos personalidades capaces de ofrecer al mundo una
nueva visión, sistema, filosofía, valores que el mundo sigue necesitando.
Vivimos una época llena de información, donde todo va más rápido, pero la
información no tiene nada que ver con el misterio de la vida humana. Solo
ofrece una mirada superficial. La vida es mucho más compleja. O las redes
sociales, por cierto, en las que casi todo son banalidades. Lo que a mí me
interesa, e intento hacer con mi literatura documental, es hablar del espíritu
de los sentimientos del ser humano. Y estos giran, en mi opinión, en torno al
amor y la muerte.
P. Ahora escribe dos libros, uno sobre el amor y otro
sobre el envejecimiento.
R. Sí. He acabado con los libros sobre las personas
que vivían con grandes ideas. Ahora me interesa el ser metafísico, el ser
humano en su vida privada.
P. ¿Qué se ha encontrado?
R. Historias de hombres y mujeres que intentan ser
felices y explican por qué no logran serlo. Está siendo muy complicado, porque
a la gente le cuesta hablar más de sus sentimientos que de los hechos. En
Rusia, las personas no consideran que su vida tenga interés. Aún estamos
aprendiendo a construir la privacidad. El amor y la muerte son dos grandes
misterios de la vida. Por ejemplo, respecto al envejecimiento, resulta que
gozamos de 20 a 30 años más de esperanza de vida que antes y todavía no existe
una filosofía que dé soporte a este extra, a este nuevo tiempo. Faltan ideas que
cubran este nuevo periodo.
El País
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