lunes, 18 de marzo de 2019

El día que Jean-Paul Sartre rechazó el Premio Nobel de Literatura




Hace casi 57 años, Jean-Paul Sartre, filósofo, escritor y uno de los máximos representantes del existencialismo, enviaba una carta a la Academia Sueca, expresando sus motivos para no recibir el Premio Nobel de Literatura. “Por razones que me son personales y por otras que son más objetivas, no quiero figurar en la lista de posibles laureados y ni puedo ni quiero, ni en 1964 ni después, aceptar esta distinción honorífica”, escribía el autor de “La náusea”. Días más tarde, mandaba de puño y letra una misiva a “Le Monde” en donde hacía frente a las críticas de soberbia al rechazar la distinción.
“Lamento profundamente el hecho de que el incidente se haya convertido en un escándalo: El premio fue concedido, y yo me negué. Esto sucedió porque yo no estaba lo suficientemente informado de lo que estaba en marcha.


Cuando leí el 15 de octubre en el periódico “Le Figaro” que la columna del corresponsal sueco hacía mención sobre que la elección de la Academia Sueca se tendía hacia mí, pero que aún no se había determinado, escribí una carta a la Academia, que fue enviada al día siguiente y en la cual, pusé las cosas claras y pensé que no habría más discusión.

Yo no era consciente de que en el momento que el Premio Nobel es otorgado, lo hacen sin consultar la opinión del receptor, y yo creía que aún había tiempo para evitar que esto sucediera. Pero ahora entiendo que cuando la Academia Sueca ha tomado una decisión no puede ser revocada posteriormente.

Mis razones para no aceptar el premio, tienen que ver con mis preocupaciones hacia la Academia Sueca y no hacia el Premio Nobel por sí mismo. Como expliqué en mi carta a la Academia existen dos tipos de razones: personales y objetivas.

Las razones personales son los siguientes: mi negativa no es un gesto impulsivo, siempre he declinado honores de ordenanza. En 1945, después de la guerra, cuando me ofrecieron la legión de honor, me negué, aunque yo era comprensivo con el gobierno. Del mismo modo, nunca he tratado de entrar en el Colegio de Francia, aun cuando varios de mis amigos me han postulado.

Esta actitud se basa en mi concepción de la misión del escritor. Un escritor que adopta posiciones políticas, sociales, literarias debe actuar consecuentemente con estas posiciones a través de la propia, es decir, la palabra escrita. Todos los honores que puede recibir exponen a sus lectores a una presión que no considero deseable. Si me suscribo de Jean-Paul Sartre no es lo mismo que si me suscribo de Jean-Paul Sartre ganador del Premio Nobel.

El escritor que acepta un honor de este tipo genera una asociación con la institución que lo ha honrado (…) Por lo tanto, el escritor debe negarse a dejarse transformar en una institución, incluso si esto ocurre en las circunstancias más honorables, como en el presente caso.

Esta actitud es, por supuesto, de mi entera responsabilidad, y no contiene ninguna crítica a aquellos que ya han sido galardonados con el premio. Tengo un gran respeto y admiración por varios de los galardonados a los cuales tengo el honor de conocer.

Mis razones objetivas son las siguientes: La única batalla posible hoy en día en el frente cultural es la batalla por la coexistencia pacífica de las dos culturas, la de Oriente y la de Occidente. No quiero decir que deben abrazarse -Yo sé que la confrontación de estas dos culturas debe tener necesariamente la forma de un conflicto, pero esta confrontación debe ocurrir entre los hombres y entre las culturas, sin la intervención de las instituciones-.

Yo mismo estoy profundamente afectado por la contradicción entre las dos culturas: Estoy hecho de tales contradicciones. Mis simpatías sin lugar a dudas son para el socialismo y para lo que se denomina el bloque del Este, pero nací y me crié en una familia burguesa y una cultura burguesa. Esto me permite colaborar con todos aquellos que tratan de reunir a las dos culturas juntas. No obstante, espero “que gane el mejor”. Es decir, el socialismo.

Es por esto que no puedo aceptar un honor otorgado por una autoridad cultural, sobre todo de las de Occidente más que las del Este. Por ejemplo, a pesar de que todas mis simpatías están del lado socialista, sería incapaz de aceptar por ejemplo “El Premio Lenin” si alguien quisiera otorgármelo, aunque no es el caso.

Yo sé que el Premio Nobel no es en sí mismo un premio literario del bloque occidental, pero es lo que se hace con él. Es por esto que, en la situación actual, el Premio Nobel se encuentra objetivamente constituido como una distinción reservada para los escritores de Occidente o de los rebeldes de Oriente.

No se ha adjudicado, por ejemplo, a Neruda, que es uno de los más grandes poetas de América del Sur. Nunca ha habido una discusión seria de dárselo a Louis Aragón, a pesar de que sin duda se lo merece. Es de lamentar que el premio fue dado a Pasternak y no a Cholokhov, y que el único trabajo Soviético que debe ser honrado es uno publicado en el extranjero pero prohibido en su propio país.

Un equilibrio podría haber sido establecido por un gesto similar en la otra dirección. Durante la guerra de Argelia, cuando habíamos firmado la “Declaración de los 121”, que debería haber aceptado con gratitud el premio, porque habría honrado no sólo a mí, sino también la libertad para los que estaban luchando. Pero las cosas no resultaron de esa manera, y es sólo después de la batalla que premio me ha sido concedido.

En la discusión de los motivos de la Academia Sueca, se ha hecho mención de la libertad, una palabra que sugiere muchas interpretaciones. En Occidente, solamente una libertad general; personalmente, me refiero a una libertad más concreta que consiste en el derecho a tener más de un par de zapatos y comer. Me parece menos peligroso rechazar el premio que aceptarlo. Si lo acepto, me ofrezco a lo que llamaré “una rehabilitación de objetivos.”

Según el artículo del periódico “Le Figaro”, un pasado político controvertido no se llevaría a cabo en contra de mí.” Sé que este artículo no expresa la opinión de la Academia, pero muestra claramente cómo mi aceptación sería interpretada por ciertos círculos de derecha. Considero que este “pasado político controvertido”, sigue siendo válido, incluso si estoy totalmente dispuesto a reconocer a mis compañeros ciertos errores del pasado.

Con ello no quiero decir que el Premio Nobel es un premio “burgués”, pero tal es la interpretación burguesa que inevitablemente se daría por ciertos círculos con las que estoy muy familiarizado.

Por último, llego a la cuestión del dinero: es una carga muy pesada que la Academia impone al premio al acompañar su homenaje con una suma enorme, y este problema me ha torturado. O se acepta el premio y con el dinero del premio puedo apoyar a organizaciones o movimientos o de lo contrario uno declina el premio en principio generoso y de este modo priva a un movimiento de un apoyo que tanto necesita

Pero yo creo que esto es un falso problema. Obviamente renuncio a los 250.000 coronas porque no me gustaría institucionalizarlos ya sea para este u oeste no se le puede pedir a la otra parte a renunciar, por 250.000 coronas.

Eso es lo que ha hecho tan doloroso para mí, tanto la entrega del premio y la negativa de que estoy obligado a hacer.

Deseo terminar esta declaración con un mensaje de simpatía para el público sueco”.

The Clinic

1 comentario:

  1. Sabìa de la negativa a recibir el premio pero desconocìa las razones ,Gracias por el aporte

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