Virgina Woolf se
atrevió a escribir sobre las injusticias intelectuales, políticas y sexuales a
las mujeres en un tiempo en el que, siquiera pensarlo, era inconcebible.
Virginia Woolf es una
de las poquísimas escritoras que fueron publicadas durante la primera mitad del
siglo XX. Nació en Londres el 25 de enero de 1882 y comenzó a escribir
profesionalmente en 1905, aunque su primera novela salió diez años después.
Hasta el día de su muerte –el 28 de marzo de 1941– publicó nueve novelas, diez
colecciones de cuentos, y muchos libros de no-ficción, dentro de los cuales
destaca el ensayo Una habitación propia.
Una de las principales
características de su escritura era darle especial presencia a las emociones e
interpretaciones sociales, sobre todo aquellas de las que, a pesar de ser
vividas de manera cotidiana, eran muy poco habladas. Una de sus aportaciones a
la novela moderna fue el recurso del monólogo interior y el flujo de
consciencia que, en boga el psicoanálisis, le dio profundidad a la construcción
de sus personajes y que la acercó a James Joyce, Marcel Proust, Franz Kafka y
Thomas Mann.
La forma de escribir y
de pensar de Virginia Woolf la llevó a ser inspiración e influencia del
movimiento feminista liberal sufragista, al que después se fue uniendo de forma
consciente de diferentes maneras. La primera y más relevante, en los temas que
analizó en sus obras, como el uso de la violencia de hombres sobre mujeres para
reprimirlas de forma política e intelectual –en Mrs. Dalloway–; o en Una
habitación propia en la que, con la célebre frase, “Una mujer debe tener dinero
y una habitación propia si va a escribir ficción”, hace alusión a la necesidad
de independencia financiera de la mujer.
En las cartas que se
escribió con los intelectuales del círculo de Bloomsbury se ha encontrado gran
evidencia de la manera en la que percibía la vida y opinaba sobre la misma,
como en el largo intercambio que tuvo con Vita Sackville-Wes, una escritora con
la que comentaba que la sexualidad era más fluida de lo que indicaban términos
como “heterosexualidad” y “homosexualidad”.
En un discurso que hizo
para The Women’s Service League en 1942, habla de la dificultad como mujer de
pelear con el fantasma de “la mujer perfecta”, que resuelve todo lo que sea
necesario, sonríe siempre, sabe cocinar, cantar y bordar. Virginia Woolf habla
de cómo, para poder escribir y ser exitosa en ello, tenía que pelear con ese
“ángel de la casa” y se cuestiona cómo es ser mujer y qué es ser mujer.
Podrían parecer
comentarios ya muy sonados para el siglo XXI, pero la realidad es que, pensar o
decir eso durante la Segunda Guerra Mundial, en la que el discurso hegemónico
hablaba sobre el poder de los hombres de salvar el mundo, era inaudito.
El feminismo –quizá
inconsciente– de Virgina Woolf ha sido un hito para un movimiento, que si bien
hoy es trending topic y motivo de hashtags, ha sido una lucha constante con
raíces en la Ilustración. Wolf fue capaz de publicar sobre temas de los que no
se tenía permitido ni siquiera pensar, y fue madre de inspiración para muchos
otros intelectuales como Edward Albee, Michael Cunningham, Simone de Beauvoir y
Naomi Black, por mencionar algunos.
“No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de
mi mente”: Virginia Woolf.
Sofia Viramontes | Gatopardo
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